El roscón de Reyes es francés
Aunque la receta del roscón tal y como lo conocemos hoy es bastante moderna, tenemos que remontarnos a la antigüedad para descubrir el origen del haba o sorpresa. Igual que la fiesta de Navidad, la de Epifanía se ubicó en el calendario cerca de las antiguas saturnales romanas, esas en las que se alteraban las normas sociales y los esclavos eran servidos por sus amos. Durante esas festividades se repartían unos pasteles redondos de frutos secos, que evolucionaron después en unos panes o bollos (siempre circulares) en los que se introducía un haba. El afortunado que encontraba el haba en su porción de pastel era elegido rey de la fiesta y reinaba por un día.
Durante la Edad Media la Iglesia intentó acabar con la
fiesta de los locos, otro jolgorio invernal de origen pagano en el que se
elegía a suertes un rey de los tontos u obispo de mofa. Estas antiguas
prácticas han perdurado de algún modo en dos elementos de nuestra Navidad
actual: las bromas del Día de los Inocentes y la sorpresa del roscón del Día de
Reyes. Julio Caro Baroja señala en su obra Los Vascos (1972) que el rey
de la faba es mencionado en varios documentos navarros del siglo XIV, pero al
parecer la costumbre se perdió después, o no llegó a extenderse en toda España,
porque a mediados del XIX el mismísimo Madrid no sabía lo que era el haba ni el
roscón. El día de Epifanía se tomaban distintos postres como el dulce de Reyes
Magos, una especie de flan hecho con compota de manzanas y huevos.
En los primeros días de enero de 1848 varios
periódicos de la capital recogían una información que hablaba de “los usos y
costumbres de diferentes países de Europa” según los cuales “suelen reunirse
varias familias o amigos con objeto de comer un gran bizcocho que llaman torta
de Reyes. Se introduce una almendra en dicha torta, y aquel a quien le toca se
llama rey […] y paga una comida o merienda a todos los concurrentes”. En los
años siguientes el pastel de Reyes se fue introduciendo en las fiestas de la
élite y ya en 1887, el periódico La Época decía que la “torta de Reyes”
iba ganando prosélitos en nuestro país.
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Le gâteau des rois, 1744. JEAN-BAPTISTE GREUZE |
El 6 de enero de 1889, el mismo medio ampliaba la información dando
alguna pista sobre el origen del roscón: “La torta de Reyes, indjspensable en
Francia, ha tomado carta de naturaleza también en nuestras costumbres, de tal
modo, que seria interminable la lista que pudiéramos formar de las casas en
donde se comerán esta noche los ricos gâteaux des rois, cuyas escondidas
habas designarán como reyes de la fiesta á los felices mortales á quienes la
suerte otorgue la fortuna de su posesión”. Y pasa a contar cómo el gâteau
des rois francés (“pastel de reyes”, no confundir con la galette de rois),
una especie de pan dulce en forma de rosco, era tan popular en el país vecino
que había sido capaz de sobrevivir a la Revolución.
El 4 de nivoso del año tercero de la República –lo que
viene siendo el 24 de diciembre de 1792–, el alcalde de París Nicolas Chambon
prohibió la elaboración y venta de roscones por ser antirrevolucionarios. Creía
que los pasteleros que osaran hacer semejante dulce no tenían más que
intenciones liberticidas, mientras que los compradores sin duda debían de
querer conservar la supersticiosa costumbre de la fiesta de los Reyes en nombre
de los déspotas absolutistas. Los revolucionarios mezclaban churras con merinas
y a Melchor con Luis XIV, pero la verdad es que el pobre roscón tuvo que
recibir durante unos años el nombre de gâteau des sans-culottes.
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Anuncios de gâteaux des rois o roscones de Reyes, 5 de enero de 1898. DIARIO EL IMPARCIAL |
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Receta de pastel de Reyes o roscón publicada en El Arte Culinario, ca.1900. ADOLFO SOLICÓN |
En
un largo artículo dedicado al roscón, el diario Fígaro cuenta
cómo “en Madrid cada año la fabricación aumenta. Y poco a poco la costumbre se
extiende a las provincias, donde a la vuelta de unos años seguro que se habrá
aclimatado. De todos los dulces que en los hogares se saborean, ninguno tan
familiar como el roscón de Reyes. Contribuye a ello la costumbre […] del
obsequio de los fabricantes, cuyos regalos van siendo más importantes cada vez,
desde la sencilla haba o el diminuto muñeco de porcelana hasta la moneda de oro
triunfal”. Prosigue el texto citando a varias de las pastelerías que hacían
roscón en 1919, como la primigenia La Mallorquina, la confitería Prast (hogar del Ratoncito Pérez), La
Suiza, La Villa Mouriscot o Viena Capellanes, que vendió ese año unos 65.000
roscones a un precio de entre 1 y 5 pesetas.
Se suele asumir que el bolo do rei portugués,
muy similar al roscón de Reyes, es de origen español, pero igual que el nuestro
es de padre galo: comenzó a hacerse alrededor de 1870 en la pastelería lisboeta
Confeitaria Nacional con una receta traída de Francia. En 1900 aparecía ya la
receta en El Arte Culinario de Adolfo Solichón, antiguo
repostero de la Casa Real, y se hacía igual que ahora, con harina, huevos,
azúcar, levadura, leche, ron, agua de azahar, mantequilla y corteza de limón y
naranja, adornado por encima con azúcar y calabaza confitada. 116 años después,
seguimos sin comernos las frutas escarchadas, pero que a nadie se le ocurra
quitarlas: la tradición es la tradición.
Fuente: Ana Vega (El Pais).