El roscón de Reyes es francés
Aunque la receta del roscón tal y como lo conocemos
hoy es bastante moderna, tenemos que remontarnos a la antigüedad para descubrir
el origen del haba o sorpresa. Igual que la fiesta de Navidad, la de Epifanía
se ubicó en el calendario cerca de las antiguas saturnales romanas, esas en las
que se alteraban las normas sociales y los esclavos eran servidos por sus amos.
Durante esas festividades se repartían unos pasteles redondos de frutos secos,
que evolucionaron después en unos panes o bollos (siempre circulares) en los
que se introducía un haba. El afortunado que encontraba el haba en su porción
de pastel era elegido rey de la fiesta y reinaba por un día.
Durante la Edad Media la Iglesia intentó acabar con la
fiesta de los locos, otro jolgorio invernal de origen pagano en el que se
elegía a suertes un rey de los tontos u obispo de mofa. Estas antiguas
prácticas han perdurado de algún modo en dos elementos de nuestra Navidad
actual: las bromas del Día de los Inocentes y la sorpresa del roscón del Día de
Reyes. Julio Caro Baroja señala en su obra Los Vascos (1972) que el rey
de la faba es mencionado en varios documentos navarros del siglo XIV, pero al
parecer la costumbre se perdió después, o no llegó a extenderse en toda España,
porque a mediados del XIX el mismísimo Madrid no sabía lo que era el haba ni el
roscón. El día de Epifanía se tomaban distintos postres como el dulce de Reyes
Magos, una especie de flan hecho con compota de manzanas y huevos.